Las salinas de Torrevieja (Alicante), que se hallan en el Parque Natural de las lagunas de la Mata y Torrevieja, son las más grandes de Europa. Es un lugar curioso y extraordinario que, sin embargo, ha tenido un encuentro tardío con el turismo. La apertura definitiva al turismo de esta zona no se produjo hasta julio de 2018. Desde entonces, un tren turístico transita las instalaciones.

Cada año se recogen en el Parque Natural de las lagunas de La Mata y Torrevieja unas 600.000 toneladas de sal, en una extensión de 2.100 hectáreas (700 en La Mata y 1.400 en Torrevieja). Sin duda, se trata de un verdadero espectáculo de la naturaleza convertido, actualmente, en una ruta turística poco conocida en la costa del Mediterráneo.

De abril a octubre el tren pasa durante una hora por la laguna rosa y las colosales montañas de sal, además de toda la flora y fauna ligada a este humedal de reconocimiento internacional.

El uso de la sal en la laguna de La Mata data de la época romana (S.I a. C), no obstante, no se tiene ninguna fuente escrita hasta el S. XIII. En 1803 comenzó la explotación industrial, que fue evolucionando desde un modelo casi artesanal hasta hoy, cuando estas salinas son el primer productor de sal en Europa. La producción mundial anual alcanza los 250 millones de toneladas, con China como principal referencia.

La sal tiene un sinfín de usos, aunque el más valioso en la historia ha sido el salado de los alimentos para su consumo y conservación, y en la actualidad la industria química. También se utiliza en el deshielo de carreteras y en tratamiento de aguas. Solo cerca del 5 % de la sal está vinculado a la alimentación humana. El 50% de la producción de estas salinas se destina a la exportación, sobre todo al norte de Europa.

Curiosamente, la laguna rosa produce un efecto hipnótico en los visitantes. El color -según explican los guías- se debe a las halobacterias, unos microorganismos cuyas membranas son de color púrpura; la Dunaliella salina, un alga unicelular que libera un pigmento rosáceo llamado caroteno; y la Artemia salina, un diminuto crustáceo que se alimenta de los dos organismos anteriores y que también adquiere ese color.
La pasada primavera, durante el confinamiento, alrededor de seiscientos pollos de flamenco nacieron. Esta ha sido la primera vez que se reproduce esta ave en la laguna rosa, un hecho que según se cree ha tenido que ver con la limitada actividad de extracción de sal, las lluvias y la ausencia de ruido ambiental.

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